El impacto de la nutrición en la salud ha sido ampliamente estudiado, y las evidencias señalan que los patrones alimentarios ricos en cereales integrales, legumbres, frutas, verduras, frutos secos y semillas pueden aumentar los años vividos en estado de salud. Un reciente estudio publicado en The American Journal of Clinical Nutrition analizó cómo la transición de patrones dietéticos típicos a dietas más ricas en alimentos asociados con longevidad puede influir en la esperanza de vida en siete países: Francia, Alemania, Noruega, el Reino Unido, China, Irán y los Estados Unidos.
El estudio empleó un modelo denominado Food4HealthyLife 2.0 que calcula los cambios en la esperanza de vida al modificar la ingesta de diferentes grupos de alimentos. Se usaron datos de metaanálisis previos sobre la relación dosis-respuesta entre el consumo de 15 grupos alimentarios y la mortalidad, así como datos del Estudio de Carga Global de Enfermedades relativos a las tasas de mortalidad por edad, sexo y país. Los autores ajustaron los cálculos teniendo en cuenta la altura, el peso y el nivel de actividad física de las personas. El estudio consideró tres estrategias dietéticas:
- Dieta optimizada para la longevidad: mayor consumo de cereales integrales, legumbres, frutas, verduras, frutos secos y pescado y un menor consumo de carnes rojas/procesadas, bebidas azucaradas y cereales refinados.
- Dieta vegana optimizada: patrón similar al anterior, pero sin productos de origen animal.
- Cambios dietéticos factibles: una dieta intermedia entre el patrón típico y la dieta optimizada.
El análisis mostró que adoptar una dieta optimizada para la longevidad a los 40 años podría aumentar la esperanza de vida entre 6.2 y 9.7 años, mientras que el cambio a una dieta vegana optimizada se asoció con un aumento de entre 5.2 y 8.7 años.

Figura 1. Aumentos en la esperanza de vida en 7 países geográficamente diversos para mujeres (F) y hombres (M) de 20, 40 y 60 años. Las barras amarillas indican el aumento en la esperanza de vida asociado con cambios dietéticos más factibles y sostenidos a partir de los patrones dietéticos específicos de cada país. Las barras verdes indican el aumento adicional al pasar de cambios dietéticos más factibles a cambios dietéticos veganos optimizados. Las barras rojas indican el aumento adicional al pasar de cambios dietéticos veganos optimizados a cambios dietéticos optimizados para la longevidad. Basado en el modelo Food4HealthyLife. UK, Reino Unido; US, Estados Unidos.
Los grupos alimentarios que más contribuyeron al aumento de la esperanza de vida fueron los cereales integrales, las legumbres y los frutos secos, mientras que la reducción del consumo de carnes rojas/procesadas y bebidas azucaradas fue crucial para disminuir el riesgo de mortalidad.

Figura 2. Estimación de los aumentos específicos en la esperanza de vida (en años) asociados con un cambio sostenido de patrones dietéticos típicos a patrones dietéticos optimizados en 7 países geográficamente diversos, entre mujeres (F) y hombres (M) de 40 años. Los aumentos están relacionados con un mayor consumo de cereales integrales (naranja claro), verduras (verde oscuro), frutas (verde claro), frutos secos (amarillo), legumbres (marrón) y pescado (azul), así como con la reducción del consumo de carnes rojas y procesadas (rojo y rojo oscuro), bebidas azucaradas (negro), cereales refinados (gris) y, en algunos casos, una ligera reducción en el consumo de huevos (púrpura) y leche/lácteos (amarillo claro). Basado en el modelo Food4HealthyLife. UK, Reino Unido; US, Estados Unidos.
Es importante analizar por qué la dieta optimizada para la longevidad que incluye pescado mostró una aparente ventaja en el aumento de la esperanza de vida en comparación con la dieta vegana optimizada. El modelo Food4HealthyLife se basa en estudios previos que asocian el consumo de pescado con mejores resultados de salud. Sin embargo, el efecto positivo atribuido al pescado puede explicarse, en gran medida, por dos factores: su contenido en ácidos grasos omega-3 y porque al consumirlo, se sustituye la carne roja y procesada. Además, las personas que incluyen pescado en su dieta suelen pertenecer a un perfil socioeconómico más alto, caracterizado por un mayor nivel educativo, un mejor acceso a recursos sanitarios, una mayor propensión a practicar actividad física y a llevar una dieta saludable en general. Estos factores, que no están directamente relacionados con el pescado, contribuyen significativamente a los mejores indicadores de salud en los estudios.
Por otro lado, una dieta vegetal integral que incluya fuentes vegetales ricas en omega-3, como semillas de lino, chía, nueces, alubias y productos de soja, podría ofrecer resultados mejores si en los estudios se midiera adecuadamente la calidad nutricional de estas dietas. Las fuentes vegetales de omega-3 presentan la ventaja de que no contienen compuestos nocivos como el metilmercurio, las dioxinas, los bifenilos policlorados y los microplásticos, sustancias contaminantes habituales en el pescado. Por tanto, es razonable suponer que, si en el modelo se hubiera considerado un aporte adecuado de omega-3 vegetal en la dieta vegana optimizada, los resultados habrían sido, como mínimo, comparables o incluso superiores a los obtenidos con la dieta que incluye pescado.
Mensaje clave: Adoptar una dieta más saludable es una de las intervenciones más efectivas para mejorar la calidad y la cantidad de años de vida. La transición hacia una dieta 100% vegetal integral, rica en cereales integrales, legumbres, verduras, frutas, frutos secos y semillas, no solo contribuye a un aumento significativo en la longevidad, sino que también ofrece importantes beneficios adicionales, como una mayor sostenibilidad ambiental y una reducción en los costos asociados a la alimentación.