CARDIOPATÍA ISQUÉMICA
Si hay una enfermedad que puede beneficiarse de una alimentación vegetal, esa es la cardiopatía isquémica, y los beneficios empiezan a observarse a las pocas semanas.
Veamos ahora cómo está la situación actual y la evidencia que respalda el uso de una alimentación vegetal como herramienta preventiva y terapéutica.
La enfermedad coronaria, también conocida como cardiopatía isquémica (CI) y enfermedad de las arterias coronarias, es la principal causa de muerte en España y en todo el mundo, siendo la responsable del 13% de las muertes a nivel mundial (1,2).
En países con alta prevalencia de CI, la enfermedad coronaria comúnmente empieza en la infancia y adolescencia, y progresa lentamente durante la vida adulta, con la aparición de síntomas solo en los estadios tardíos (3,4). En España, la CI es responsable de más de 27.000 muertes al año, lo que equivale a unas 75 personas que mueren cada día de CI o una muerte cada 20 minutos (1).
El 80-90% de la enfermedad coronaria es prevenible con una alimentación y estilo de vida óptimos (5,6).
En el siglo XX, grandes estudios prospectivos de cohortes como el conocido estudio Framingham, el estudio de los Siete Países y el estudio de cohorte de MRFIT (The Multiple Risk Factor Intervention Trial) fueron cruciales para comprender los factores de riesgo de la CI. Éstos revelaron la relación entre la hipertensión, la hipercolesterolemia, la diabetes, el tabaco y el sedentarismo y la cardiopatía isquémica (7). Demostraron que, entre éstos, la hipercolesterolemia es el factor más importante y que es independiente del resto (8), y que el consumo de grasas saturadas en la dieta tiene un papel fundamental en el desarrollo de la enfermedad (9).
Estos hallazgos se han confirmado en estudios posteriores, tanto epidemiológicos como de intervención (11-16).
En cuanto a la alimentación, una dieta vegetal es la más beneficiosa para el sistema cardiovascular. Los estudios llevan demostrándolo consistentemente durante décadas, y existen distintas líneas de evidencia que lo demuestran. Aquí revisaremos estudios realizados en poblaciones donde la CI es prácticamente inexistente, estudios epidemiológicos en personas que consumen distintos tipos de dieta, ensayos clínicos y estudios de revisión y metaanálisis.
Poblaciones donde la cardiopatía isquémica es prácticamente inexistente
Se ha observado que existen ciertas tribus y comunidades que mantienen su modo de vida y dieta tradicionales donde enfermedades como la enfermedad cardiovascular, la diabetes y el cáncer son raros. Algunos de ellos son habitantes de las zonas rurales de África (17,18) y China (19,20), y los Tsimane de Bolivia (21).
Sus dietas son predominantemente vegetales, altas en carbohidratos complejos procedentes de alimentos como arroz, maíz, legumbres y tubérculos, y muy bajas en productos de origen animal y procesados. Sus dietas son muy ricas en fibra y muy bajas en grasas saturadas, azúcar y sal (17-21).
Dieta y riesgo cardiovascular
Estudios epidemiológicos como The Adventist Health Study II y EPIC-Oxford muestran que los vegetarianos tienen un menor riesgo de cardiopatía isquémica que aquellos con una dieta omnívora (22,23). Cuantos menos productos de origen animal se incluyen en la dieta, menor es el riesgo, con un 55% menor riesgo de morir de CI en aquellos con una dieta vegana (100% vegetal) (23). Estos dos estudios también han mostrado que las dietas vegetarianas, sobre todo las veganas, se asocian con un menor riesgo de hipertensión, diabetes y obesidad, que son factores de riesgo de CI (24-26).
Estudios prospectivos de grandes cohortes y metaanálisis, con decenas de miles de participantes, han mostrado repetidamente que el consumo de carne roja y carne procesada (embutido, salchichas, hamburguesas,…) está asociado con un aumento de mortalidad de entre el 5-18% y el 13-44% respectivamente (27-33). La figura 1 muestra el aumento de mortalidad por causas cardiovasculares asociado al consumo de carne roja.

Figura 1. Aumento del riesgo de mortalidad cardiovascular por el consumo de carne roja (total, sin procesar y procesada) según distintos estudios prospectivos y metaanálisis: incremento por ración diaria consumida (100g de carne roja no procesada; 50g de carne procesada (29,32), consumo elevado (>160g/d) vs consumo bajo (<20g/d) (30,31,33)
Los famosos estudios de cohortes de Harvard, Nurses’ Health Study y Health Professionals Follow-up Study, mostraron un aumento de mortalidad cardiovascular asociado al consumo de proteína animal, mientras que el consumo de proteína vegetal estaba asociado a una reducción de la mortalidad. Por cada 10% de las calorías consumidas provenientes de proteína animal, la mortalidad cardiovascular aumentaba un 8%, mientras que por cada 3% de calorías provenientes de proteína vegetal, el riesgo de mortalidad cardiovascular disminuía un 12% (34).
Estos hallazgos no son sorprendentes teniendo en cuenta que otros estudios han demostrado que cuanto más vegetal e integral es la dieta (usando el Healthful Plant-Based Diet Index (hPDI) menor es la incidencia y la mortalidad por enfermedad cardiovascular (35-41). Ver Figura 2. La tabla 1 muestra cómo se calcula el hPDI.

Tabla 1. Plant-Based Diet Index (hPDI). La columna en verde muestra los grupos de alimentos que puntúan de forma positiva, y las columnas en naranja muestran los grupos de alimentos que puntúan de forma negativa (39).
Es más, seguir una dieta vegetal es aún más importante cuando nuestro riesgo genético es poco favorable. Heianza et al. encontraron que los individuos con un mayor riesgo genético para la obesidad que seguían una dieta más vegetal (medida por el hPDI) tenían un riesgo 34% y 46% inferior de enfermedad cardiovascular e infarto de miocardio respectivamente comparado con aquellos con el mismo riesgo genético y con una dieta menos vegetal (36).
Es importante mencionar, que alimentos como los cereales refinados, productos con azúcar añadidos como dulces o bebidas azucaradas, aunque sean de origen vegetal, son poco saludables y, al igual que los alimentos de origen animal, aumentan el riesgo cardiovascular (39-42).

Figura 2. Reducción en el riesgo de enfermedad cardiovascular (ECV), enfermedad coronaria o infarto agudo de miocardio (IAM), ictus y mortalidad de causa cardiovascular asociada al consumo de una dieta altamente vegetal e integral (medida con el usando el Healthful Plant-Based Diet Index (hPDI)), según distintos estudios de cohortes y metaanálisis (35-41)
Efectividad de la dieta vegetal como herramienta terapéutica
La dieta vegetal es la única que ha demostrado detener la progresión y revertir la cardiopatía isquémica, incluso en fases terminales (14,15). El relevante Lifestyle Heart Trial demostró que, al año, una dieta vegetal baja en grasas junto con hábitos saludables en el estilo de vida conllevaba una reducción del 37% en los niveles de colesterol LDL (sin medicación) y del 90% de los episodios de angina en pacientes con cardiopatía isquémica moderada o grave. En el grupo control, al que se le recomendó seguir las recomendaciones de su médico y recibieron información sobre la dieta recomendada por la American Heart Association, los niveles LDL se redujeron sólo un 6% (con medicación) y hubo un aumento del 165% de los episodios de angina. Es más, los estudios angiográficos anuales demostraron una reducción media de la estenosis del 4,5% en el grupo intervención y un aumento en la estenosis del 5,4% en el grupo control (P=0.001). A los 5 años, las arteriografías mostraron una reducción de la estenosis del 7,9% para el grupo intervención y un aumento del 27,7% en el grupo control (P=0.001). La estenosis empeoró un 46% en aquellos pacientes control que no tomaban medicación para el colesterol. Es importante anotar que ningún paciente del grupo de intervención tomaba medicación para el colesterol (14).
Paralelamente el pionero Dr Esselstyn de la Cleveland Clinic, investigó los efectos del mismo tipo de dieta (una dieta vegetal baja en grasas) en un pequeño grupo de pacientes con cardiopatía isquémica grave. A los 5 años, los pacientes que siguieron la dieta estrictamente se estabilizaron o mejoraron clínicamente, mientras que los que no la siguieron empeoraron. Solo se realizaron arteriografías de los pacientes que siguieron la dieta, y éstas revelaron una reducción media de las estenosis del 7% (15).
Un estudio posterior en pacientes con enfermedad cardiovascular mostró que en el grupo que siguió una dieta vegetal sin aceite añadido, solo un 0,6% de pacientes sufrió nuevos episodios cardiovasculares, mientras que en el grupo que no siguió la dieta, el 62% tuvo complicaciones (16).

Figura 3. Paciente del Dr. Esselstyn. Arteriografía inicial (izquierda) y después de adoptar una dieta vegetal baja en grasas (sin aceite) sin medicación para el colesterol (derecha) (43)
¿Qué nos dicen las revisiones de revisiones (umbrella reviews) más recientes?
En 2023 y 2024 se publicaron tres revisiones de revisiones (umbrella reviews) sobre dietas veganas y vegetarianas y riesgo cardiovascular. Estas revisiones son resúmenes exhaustivos de metaanálisis y revisiones sistemáticas publicados anteriormente.
La primera encontró que las dietas vegetarianas y veganas se asocian con un menor riesgo de incidencia (del 29%) y de mortalidad por enfermedad cardiovascular (del 13,8%), de incidencia (del 24,1%) y mortalidad por cardiopatía isquémica (del 32,1%), y una reducción del 41,2% del riesgo de enfermedad cerebrovascular (44).
La segunda concluyó que las dietas vegetarianas y veganas se asocian con un mejor perfil lipídico, control glicémico, peso corporal, menor inflamación, menor riesgo de cardiopatía isquémica y cáncer y menor tasa de mortalidad (45).
La tercera encontró que las dietas vegetarianas (incluyendo las veganas), comparadas con las no-vegetarianas, se asocian con un menor riesgo de incidencia y mortalidad por enfermedad cardiovascular (reducción del 15% y 8% respectivamente). En concreto, las dietas veganas se asocian con una reducción de los factores de riesgo vascular como una menor tensión arterial (TA) (diferencia de TA sistólica = -2.56 mmHg), menor colesterol LDL (-0.49 mmol/l), menor índice de masa corporal (-1,72 kg/m2) y menor proteína C reactiva (PCR) (-0.55 mg/l). Los autores concluyeron que los médicos deberían incluir en sus recomendaciones la adopción de una dieta vegetal para reducir los factores de riesgo cardiometabólicos y el riesgo de incidencia y mortalidad cardiovascular (46).
¿Por qué mecanismos las dietas vegetales previenen y mejoran la enfermedad cardiovascular?
Las dietas vegetales modifican el riesgo de enfermedad cardiovascular y sus principales factores de riesgo por varios mecanismos (47).
La enfermedad cardiovascular se debe al desarrollo de aterosclerosis en las arterias. La aterosclerosis es una enfermedad crónica debida a la formación de ‘placa aterosclerótica’ en las arterias. Esta placa es un acúmulo de células inflamatorias, grasa, colesterol y calcio que se forma en la pared de las arterias. Con el tiempo, estas placas endurecen y estrechan las arterias, limitando el flujo sanguíneo a los órganos y dando lugar a síntomas en el órgano afectado. Esta placa también se puede romper, dando lugar a émbolos que pueden dar síntomas en otros órganos (embolia cerebral, embolia pulmonar, etc) o creando un coágulo en el lugar de rotura y ocluyendo la arteria de forma súbita (como ocurre en el infarto agudo de miocardio). Cuando esta placa se forma en las arterias coronarias y da síntomas hablamos de cardiopatía isquémica (CI).

Figura 4. Arteria normal y arteria estrechada por placa aterosclerótica
Los siguientes son algunos mecanismos por los que una dieta 100% vegetal previene, mejora, e incluso revierte la enfermedad cardiovascular:
- Poder antioxidante:
La aterosclerosis resulta del daño oxidativo de las células endoteliales que recubren los vasos sanguíneos (48). El daño a la capa endotelial de las arterias empieza con la inflamación causada por el estrés oxidativo, lo que resulta en la penetración y depósito de lipoproteínas de baja densidad oxidadas en la capa endotelial. Este proceso acaba desarrollando las placas ateroscleróticas.
La fruta, verdura, cereales integrales, legumbres, semillas y frutos secos no solo aportan carbohidratos, grasas y proteínas saludables, sino que también están repletos de vitaminas, minerales y otros fitonutrientes con un gran poder antioxidante (47). Algunos ejemplos son las antocianinas presentes en los arándanos, col lombarda y alubias negras, el licopeno de los tomates y otras frutas y verduras de color rojo, el betacaroteno de las zanahorias y calabazas o la vitamina C de los cítricos, kiwis y pimientos.
- Efecto en la presión arterial:
La hipertensión arterial es un factor de riesgo importante para la enfermedad cardiovascular, aumentando el riesgo de ictus, cardiopatía isquémica y fallo cardiaco.
Las dietas vegetales han demostrado ser efectivas en mantener una presión arterial normal, sobre todo si la dieta también es baja en sal. En los estudios Adventist Health Study-2 y EPIC-Oxford, mencionados anteriormente, los vegetarianos y veganos tenían un menor riesgo de hipertensión (hasta un 60% menos riesgo comparado con los que seguían una dieta omnívora) (49,50). Un metaanálisis de ensayos clínicos y estudios observacionales publicado en 2014 revisó 39 estudios y encontró que comparados con aquellos que comen carne, los vegetarianos tienen una presión arterial sistólica y diastólica más baja, -4.8 mmHg y -2.2 mmHg respectivamente (51).
De hecho, la dieta DASH (Dietary Approaches to Stop Hypertension), especialmente diseñada para tratar la hipertensión, se inspiró en los efectos hipotensivos de la dieta vegetariana. Sin embargo, los autores decidieron incluir productos animales en la versión final de la dieta DASH porque consideraron que una dieta estrictamente vegetariana no sería aceptada por lo población americana (52).
Las dietas mayoritaria o totalmente vegetales pueden ser tan efectivas en reducir la presión arterial en pacientes con hipertensión como la mayoría de los medicamentos hipotensivos y se recomiendan como tratamiento de primera línea en las guías de práctica clínica americanas (53).
Las dietas vegetales ayudan a mantener una presión arterial normal por varios mecanismos, por ejemplo:
- Las frutas y verduras son ricas en potasio y otros fitonutrientes y se han asociado consistentemente con una presión arterial más baja (53-57)
- Son bajas en grasas saturadas (presentes sobre todo en los alimentos de origen animal) y no contienen colesterol. El consumo de carne, tanto roja como blanca, y pescado se ha asociado con un aumento de la presión arterial (57,58).
Podrás encontrar más información en nuestro artículo específico sobre la hipertensión . [enlace con artículo cuando esté listo]
- Efecto en los niveles de colesterol
La hipercolesterolemia es un factor de riesgo importante e independiente para la enfermedad cardiovascular, especialmente la elevación del colesterol LDL. La principal causa de hipercolesterolemia es el consumo de grasas saturadas y, hasta cierto punto, de colesterol con la dieta. El consumo de grasas saturadas estimula la producción de colesterol LDL y reduce su renovación, elevando así sus niveles sanguíneos. Por el contrario, las grasas insaturadas aumentan la eliminación y renovación del colesterol LDL, por lo que no aumentan los niveles en sangre (59).
Las grasas saturadas se encuentran mayoritariamente en los alimentos de origen animal y aceites tropicales (coco y palma). Aunque las guías de práctica clínica siguen recomendando la carne blanca, los estudios han demostrado que tanto la carne roja como la carne blanca aumentan los niveles de colesterol de forma similar (60,61).
Las dietas vegetales han demostrado reducir los niveles de colesterol de forma tan efectiva como las estatinas de primera línea (62).
En los estudios Adventist Health Study-2 y EPIC-Oxford, aquellos que seguían una dieta vegana tenían los niveles de colesterol en sangre más bajos (63,64).
El colesterol LDL juega un papel fundamental en el desarrollo de la aterosclerosis. El exceso de colesterol LDL penetra en la pared arterial iniciando una reacción inflamatoria. Por este motivo, no es de sorprender que la evidencia apunte a que el nivel de colesterol en sangre es el único factor de riesgo directo para la aterosclerosis. Esto significa que el colesterol en sangre DEBE estar elevado para que se desarrolle la aterosclerosis. Si el nivel de colesterol total en sangre está entre 90 y 140 mg/dL y el colesterol LDL entre 50 y 70 mg/dL, no se crea placa aterosclerótica. Es más, cuando el colesterol total es ≤150 mg/dL y el colesterol LDL ≤70 mg/dL, la aterosclerosis no progresa (65).
Podrás encontrar más información en nuestro artículo específico sobre la hipercolesterolemia.
- Mejoran la sensibilidad a la insulina
Estudios observacionales han mostrado que cuanto más vegetal es la dieta, menor es el riesgo de desarrollar diabetes tipo 2 (66,67). Es más, las dietas predominante o exclusivamente vegetales han demostrado mejorar la sensibilidad a la insulina en personas con diabetes tipo 2 (67-70).
De nuevo, esto se debe al alto consumo de fruta, verdura, cereales integrales y legumbres y al bajo o nulo consumo de productos animales y azúcares refinados.
Podrás encontrar más información en nuestro artículo específico sobre la diabetes tipo 2.
- Fomenta una microbiota intestinal saludable
Se ha observado que la microbiota intestinal tiene una gran influencia en un gran número de enfermedades, incluyendo la CI.
El consumo regular de carne se ha asociado con la producción de toxinas urémicas como el llamado TMAO (N-óxido de trimetilamina) por la microbiota intestinal. La colina y la L-carnitina presentes principalmente en los productos animales (carne roja y blanca, huevos y lácteos) son convertidas en trietilamina (TMA) por la microbiota intestinal. La TMA es entonces convertida a TMAO por el hígado.
El TMAO se ha asociado con un aumento del riesgo de enfermedad cardiovascular (tanto de CI como de ictus) y de enfermedad renal grave (71-73).
Cabe destacar que las personas que siguen una dieta vegetal no tienen en su microbiota intestinal las bacterias que producen TMA (74). Esto significa que la colina presente en alimentos vegetales no se transforma en TMAO en el intestino, lo que hace que las fuentes vegetales de colina sean más saludables que las fuentes de colina de origen animal.
Una dieta vegetal, no solo elimina la producción de TMAO, sino que conlleva la producción de compuestos saludables como los ácidos grasos de cadena corta (butirato, acetato, propionato) que se han asociado con una reducción de la presión arterial, la inflamación y el riesgo de CI (75).
El consumo de fibra fomenta una microbiota intestinal saludable, favoreciendo la producción de ácidos grasos de cadena corta.
La fibra se encuentra solo en alimentos de origen vegetal mínimamente procesados como fruta, verdura, cereales integrales, legumbres, frutos secos y semillas y se ha asociado con una reducción de enfermedad crónica (76). Un estudio encontró que cada incremento de 10 gramos de fibra consumida al día se asociaba con una reducción de eventos coronarios y de muerte coronaria del 14% y 27% respectivamente (77). Además de la fibra, los alimentos vegetales están repletos de compuestos bioactivos que favorecen una microbiota intestinal saludable y que previenen la enfermedad cardiovascular (78). No es de extrañar que algunos estudios hayan encontrado que un gran porcentaje de las muertes cardiovasculares se deben a un bajo consumo de alimentos vegetales como fruta, verdura, cereales integrales y frutos secos (79,80).
- Favorece la producción de óxido nítrico
El óxido nítrico es una molécula producida en el endotelio que, entre otras funciones, relaja la pared vascular favoreciendo la vasodilatación y el flujo sanguíneo. Además, su efecto sobre el músculo liso vascular y las plaquetas previene la activación y agregación plaquetaria. La producción insuficiente de óxido nítrico aumenta el riesgo de aterosclerosis y trombosis (81).
Los alimentos de origen vegetal ricos en nitratos, como las verduras de hoja verde o remolacha, favorecen la producción de óxido nítrico y han demostrado consistentemente reducir el riesgo de enfermedad cardiovascular (82-85).
Es importante tener en cuenta que los nitratos y nitritos que se consumen de fuentes no vegetales, como en carnes y embutidos, producen un efecto distinto.
Los nitratos se encuentran en altas concentraciones en verduras de hoja verde y algunos tubérculos como la remolacha y en menor cantidad en la carne y otros productos animales. En cambio, la concentración de nitritos es muy baja en los alimentos de origen vegetal y alta en la carne. Otra fuente de nitratos y nitritos son los conservantes usados en carnes y embutidos.
Como ya se ha mencionado anteriormente, los nitratos de los vegetales favorecen la producción de óxido nítrico con efectos beneficiosos para la salud. Sin embargo, cuando los nitratos se convierten en nitritos, tienen el potencial de formar nitrosaminas con potencial carcinogénico y neurodegenerativo. El potencial beneficioso o perjudicial de los nitratos que consumimos con la dieta depende de la fuente. Además, las fuentes vegetales de nitratos contienen otros compuestos beneficiosos como vitamina C, flavonoides y antioxidantes que inhiben la formación de nitrosaminas (Figura 5).

Figura 5. Diferentes fuentes de nitratos y nitritos inorgánicos conllevan distintos beneficios y riesgos. Fuente: Pinaffi-Langley et al (85).
- Contienen hierro no-hemo
El hierro hemo, que se encuentra principalmente en la carne, genera radicales libres resultando en estrés oxidativo e inflamación (86).
El hierro hemo se ha asociado a la cardiopatía isquémica. Un metaanálisis encontró que aumenta el riesgo de cardiopatía isquémica en un 57% (87). Otro metaanálisis encontró que por cada 1 mg de hierro hemo consumido a diario, el riesgo de enfermedad cardiovascular aumentaba un 7% (88). Por el contrario, el hierro no hemo, presente en los vegetales no mostró ninguna relación con el riesgo o mortalidad por cardiopatía isquémica (87,88).
Un subestudio del ensayo clínico español PREDIMED (Prevención con Dieta Mediterránea) mostró que el alto consumo de hierro hemo (por el consumo de carne roja y carne procesada) se asociaba a una mayor incidencia de diabetes tipo 2 (89).
- Reduce la inflamación
Una dieta vegetal ayuda a reducir la inflamación por varios mecanismos, incluidos los mencionados en puntos anteriores.
El ensayo clínico aleatorizado, EVADE CAD (Effects of a Vegan Versus the American Heart Association-Recommended Diet in Coronary Artery Disease), aleatorizó a 100 participantes con enfermedad coronaria a 8 semanas de dieta vegana o de dieta recomendada por la American Heart Association. Tras 8 semanas, aquellos que consumieron la dieta vegana tuvieron una reducción significativa del 32% de la PCR ultrasensible (PCR-us) (90) (Figura 6).

Figura 6. Cambio en la PCR-us (hsCRP en inglés) durante el periodo de estudio en pacientes con cardiopatía isquémica confirmada por angiografía aleatorizados a una dieta vegana vs a la dieta recomendada por la American Heart Association (90).
Dieta Mediterránea y aceite de oliva
La dieta Mediterránea es famosa por el consumo de pescado, aceite de oliva y vino tinto. Sin embargo, los beneficios de la dieta Mediterránea en realidad provienen del alto consumo de fruta, verdura, cereales, legumbres y frutos secos y semillas.
El estudio PREDIMED (Prevención con Dieta Mediterránea) es uno de los más influyentes sobre el patrón alimentario conocido como ‘dieta Mediterránea’. Es un ensayo clínico aleatorizado que comparó los efectos en el riesgo cardiovascular de dos tipos de dietas Mediterráneas (una alta en aceite de oliva y otra alta en frutos secos) con una dieta control teóricamente baja en grasas. 7.216 participantes con un alto riesgo cardiovascular fueron aleatorizados a una de las tres dietas y seguidos durante unos 5 años. Cuando los investigadores analizaron qué alimentos tenían un mayor beneficio para la salud, encontraron que el consumo de alimentos vegetales como frutas, verduras, legumbres, frutos secos y cereales se asociaba con una menor mortalidad (91).
Varios estudios han demostrado que el consumo de aceite de oliva se asocia con beneficios para la salud. Estos beneficios se atribuyen al tipo de grasa, mayoritariamente ácidos grasos monoinsaturados, y en menor medida a su pequeño contenido de vitamina E y polifenoles.
Estudios de sustitución han mostrado que la reducción en el riesgo cardiovascular asociada al consumo de aceite de oliva proviene mayoritariamente de sustituir el consumo de grasas saturadas de origen animal o grasas trans por aceite de oliva. Sustituir 10 g/día de margarina, mantequilla, mayonesa y otras grasas de origen lácteo por la cantidad equivalente de aceite de oliva se asoció con una menor mortalidad total y de causa específica del 8%-34%. Esta asociación no se observó cuando el aceite de oliva se comparó con otros aceites vegetales (92).
Actualmente, es controvertido el papel del aceite de oliva en el tratamiento de la enfermedad cardiovascular. Existen numerosos estudios que muestran que el aceite de oliva se asocia a un menor riesgo cardiovascular, pero hasta el momento, los únicos estudios que han demostrado parar la progresión y reducir la placa aterosclerótica han usado una dieta vegetal sin aceite (14-16).
Un reciente estudio cruzado publicado en julio de 2024 aleatorizó a 40 participantes (con una dieta omnívora de base) a una dieta 100% vegetal alta en aceite de oliva virgen extra (> 4 cucharadas soperas/día) o una dieta 100% vegetal baja en aceite de oliva (<1 cucharadita de café/día). Los participantes siguieron cada una de las dietas durante 4 semanas con una semana de lavado entre una y otra. Ambas dietas vegetales resultaron en reducciones significativas de colesterol total, colesterol LDL, apolipoproteína B, colesterol HDL, glucosa y PCR ultrasensible. Sin embargo, cuando se consideró la secuencia de dietas, se observó una reducción significativa del colesterol LDL de -12,7 mg/dL al pasar de un alto consumo de aceite a un bajo consumo de aceite, y un aumento significativo de colesterol LDL (+15,8 mg/dL), de glucosa (+15,3 mg/dL) , de colesterol total (+29,4 mg/dL) y de colesterol HDL (+9,8 mg/dL) al pasar de un bajo consumo a un alto consumo de aceite (93).
La posición de SENUMER en cuanto al consumo de aceite de oliva es la siguiente. El consumo moderado de aceite de oliva puede formar parte de una dieta saludable para la mayor parte de la población. Sin embargo, para aquellas personas con enfermedad cardiovascular establecida o factores de riesgo vascular, minimizar su uso (tras adoptar una dieta 100% vegetal) puede favorecer aún más la recuperación.
Recomendaciones para la consulta
Para ayudar a tus pacientes a adoptar una dieta vegetal hemos creado una guía práctica para la población general y una hoja informativa específica para pacientes con enfermedad cardiovascular que complementa la guía práctica. Para aquellos pacientes que prefieran en papel, se pueden descargar e imprimir. Recomendamos que te familiarices con ellas para poder ayudar mejor a tus pacientes.
Los pacientes con medicación hipotensiva e hipoglucemiante requieren monitorización durante las primeras semanas de hacer el cambio para detectar posibles efectos secundarios a un exceso de medicación (hipotensión e hipoglucemia). El motivo es que la presión arterial y la glicemia pueden mejorar rápidamente (en 3 semanas o incluso en pocos días). Es importante que el paciente esté informado y se monitorice la TA y glicemia en casa o en el centro de atención primaria.
Es importante que los pacientes entiendan en qué consiste una dieta vegetal y qué pasos deben tomar a un nivel práctico para adoptarla.
- Se centra en el consumo de fruta, verdura, legumbres, cereales integrales, frutos secos y semillas
- Evita el consumo de carne (roja y blanca), embutido, pescado, huevos y leche y derivados
- Minimiza el consumo de azúcares añadidos y cereales refinados
- Minimiza la sal
- Es importante añadir un suplemento de vitamina B12 – para más información sobre la vitamina B12, consulta nuestro apartado específico
Para obtener mejores resultados, se recomienda la adopción de una dieta 100% vegetal, pero si el paciente no se siente preparado, puede empezar a hacer pequeños cambios. Es importante transmitir que todo cambio en la dirección correcta es beneficioso, aunque puede que no conlleve a un cambio clínico aparente.
Estas son algunas recomendaciones prácticas para hacer la transición. Es importante individualizarlas para cada paciente según su alimentación actual (en la guía práctica encontrarás más recomendaciones):
- Sustituye la carne por legumbres o productos de soja (como el tofu, el tempeh, soja texturizada y productos elaborados con proteína de soja)
- Sustituye la leche y el yogur por versiones vegetales enriquecidas con calcio (soja, avena, almendra)
- Consume al menos una ración de verdura de hoja verde (1 taza en crudo o ½ taza cocida) al día
- Añade hortalizas de distintos colores a la comida y a la cena
- Consume un puñado de frutos secos o semillas al día (las semillas de lino molidas, semillas de chia, semillas de cáñamo y nueces son ricas en omega-3)
- Elije cereales integrales (arroz integral, avena, quinoa, pan y pasta integrales…)
Aquellos pacientes que toman Sintrom se pueden beneficiar igualmente de una dieta 100% vegetal. Más que evitar alimentos ricos en vitamina K como las verduras de hoja verde, es importante que las consuman de forma regular y eviten los excesos – por ejemplo, que consuman una ración de verdura de hoja verde a diario, ni más ni menos. Los niveles de INR deberán monitorizarse y ajustar la dosis de Sintrom a la nueva alimentación.
Es importante tener en cuenta que una dieta vegetal mejora la mayoría de factores de riesgo de fibrilación auricular (94). Cada vez existe más énfasis en el tratamiento de los factores de riesgo de FA como parte del manejo de ésta y para evitar su progresión (95) Por lo tanto, adoptar una dieta vegetal puede ser especialmente beneficioso para aquellos pacientes con Sintrom por FA.
Referencias:
- Instituto Nacional de Estadística. Estadística de defunciones según la causa de Muerte. Año 2023. Datos provisionales. 2024. https://www.ine.es/dyngs/INEbase/es/operacion.htm?c=Estadistica_C&cid=1254736176780&menu=ultiDatos&idp=1254735573175
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- MCGill HC Jr, McMahan A, Gidding SS (2008) Preventing Heart Disease in the 21st Century: Implications of the Pathobiological Determinants of Atherosclerosis in Youth (PDAY) Study. Circulation;117(9) https://doi.org/10.1161/CIRCULATIONAHA.107.717033
- Andersson C, Nayor M, Tsao CW, Levy D, Vasan RS (2021) Framingham Heart Study: JACC Focus Seminar, 1/8. J Am Coll Cardiol;77(21):2680-92 https://doi.org/10.1016/j.jacc.2021.01.059
- Stamler J, Neaton JD (2008) The Multiple Risk Factor Intervention Trial (MRFIT) – Importance Then and Now. JAMA; 300(11):1343-1345 https://jamanetwork.com/journals/jama/fullarticle/182557
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