Cada año, las demencias son responsables del 8% de las muertes en España, pero cabe destacar que el deterioro cognitivo no es una consecuencia inevitable del envejecimiento.(1) Nuestra alimentación y estilo de vida desempeñan un papel fundamental en la protección de la memoria y la agudeza mental a lo largo de los años. La evidencia científica ha demostrado que el consumo de grasas saturadas y trans (presentes en productos lácteos, carnes, embutidos, huevos, bollería y alimentos fritos) y de colesterol (presente únicamente en alimentos de origen animal) puede incrementar el riesgo de deterioro cognitivo.(2) Estas grasas tienden a acumularse en los vasos sanguíneos y contribuyen a la formación de placas en el cerebro, lo que reduce el flujo sanguíneo a este órgano. Por ejemplo, tener niveles de colesterol elevados en sangre de 225 mg/dl o más, puede aumentar hasta 25 veces la probabilidad de desarrollar placas amiloides en el cerebro, un factor clave en la progresión de la enfermedad de Alzheimer.(3) Un hallazgo clave del Adventist Health Study reveló que la demencia es más frecuente entre las personas que consumen carne que entre las que siguen una dieta vegetal.(4) De hecho, las personas vegetarianas pueden tener hasta tres veces menos probabilidades de desarrollar demencia en el futuro.(4) Un estudio dirigido por el Dr. Dean Ornish en 2024 ofrece evidencia sobre cómo un cambio en el estilo de vida, centrado en una alimentación vegetal, no solo puede frenar, sino incluso mejorar la progresión del Alzheimer en sus primeras etapas.(5)

Este estudio fue un ensayo multicéntrico, aleatorizado y controlado, en el que participaron 51 adultos con una edad media de 73 años, todos ellos diagnosticados con deterioro cognitivo leve o con demencia temprana debido a la enfermedad de Alzheimer.

Los participantes fueron divididos en dos grupos:

  • Grupo de intervención que recibió un programa intensivo de 20 semanas que incluyó una dieta 100% vegetal, ejercicio moderado, manejo del estrés (meditación, yoga, respiración) y apoyo grupal.
  • Grupo control que continuó con su atención habitual.

Para medir el impacto de la intervención, se evaluaron los cambios en la función cognitiva y el deterioro funcional mediante pruebas estandarizadas:

  • Clinical Global Impression of Change (CGIC): Escala subjetiva que mide cambios generales en la cognición.
  • Alzheimer’s Disease Assessment Scale-Cognitive Subscale (ADAS-Cog): Mide el rendimiento cognitivo en la enfermedad de Alzheimer.
  • Clinical Dementia Rating–Sum of Boxes (CDR-SB): Evalúa el deterioro en múltiples dominios funcionales.
  • Clinical Dementia Rating Global (CDR-G): Clasifica la gravedad de la demencia.

Además, se analizaron biomarcadores relacionados con la progresión de la enfermedad de Alzheimer, incluyendo:

  • Relación plasma Aβ42/40: Indicador de acumulación de placas amiloides en el cerebro.
  • Otros biomarcadores y correlaciones: Se exploraron cambios en la microbiota intestinal y en la relación entre la adherencia a la intervención y la mejoría cognitiva.

Las evaluaciones se realizaron al inicio y después de 20 semanas de intervención para comparar los cambios entre ambos grupos.

Los resultados fueron significativos y, cuanto mayor era la adherencia de los participantes a las intervenciones en el estilo de vida, mayores eran los beneficios observados:

– Mejora cognitiva: Las escalas CGIC, CDR Global y ADAS-Cog mostraron mejorías significativas en el grupo de intervención, mientras que el grupo control continuó deteriorándose (figuras 1 y 2).

– Menos progresión del Alzheimer: La prueba CDR-SB confirmó una menor progresión de la enfermedad en los participantes que adoptaron el cambio de estilo de vida.

– Biomarcadores clave: Se observó un aumento de la relación Aβ42/40 en plasma en el grupo de intervención, un posible indicador de reducción de las placas amiloides en el cerebro. En el grupo control, esta relación disminuyó (tabla 1).

– Microbioma más saludable: Solo el grupo de intervención mostró cambios beneficiosos en la flora intestinal, lo que sugiere una relación entre la alimentación y la neuroprotección.

figura 1

Figura 1. Cambios en la clasificación clínica de demencia global CDR-G (inferior = mejorado)

figura 2

Figura 2. Cambios en la escala de evaluación de la enfermedad de Alzheimer ADAS-Cog (inferior = mejorado)

Tabla 1

Tabla 1. Cambios en los biomarcadores

Los autores concluyen que los cambios en el estilo de vida pueden mejorar significativamente la cognición y la función en pacientes con deterioro cognitivo leve o demencia temprana causada por la enfermedad de Alzheimer tras 20 semanas. El estudio tiene sus limitaciones, ya que la muestra fue pequeña (aunque permitió detectar diferencias estadísticamente significativas entre los grupos) y el seguimiento fue de corta duración (20 semanas), pero brinda esperanza a muchas personas con etapas tempranas de demencia: la intervención no tiene efectos secundarios y también puede beneficiar la salud y el bienestar físico y mental en general.

Mensaje clave: Una dieta 100% vegetal, junto con ejercicio, manejo del estrés y apoyo social, no solo puede mejorar la función cognitiva, sino también frenar la progresión del deterioro en personas con demencia temprana. La evidencia sugiere que minimizar el consumo de colesterol, presente únicamente en alimentos de origen animal, y de las grasas saturadas y trans, presentes en lácteos, carne, huevos y alimentos ultraprocesados, es fundamental para proteger la salud cerebral y disminuir el riesgo de la enfermedad de Alzheimer y otras demencias.

Referencias:

  1. Sociedad Española de Neurología. 21 de septiembre: Día Mundial de la enfermedad de Alzheimer [Internet]. 2024 [citado el 2 de febrero de 2025]. Disponible en: https://www.sen.es/saladeprensa/pdf/Link451.pdf
  2. Morris MC, Tangney CC. Dietary fat composition and dementia risk. Neurobiol Aging. 2014 Sep;35 Suppl 2:S59-64. doi: 10.1016/j.neurobiolaging.2014.03.038.
  3. Matsuzaki T, Sasaki K, Hata J, Hirakawa Y, Fujimi K, Ninomiya T, Suzuki SO, Kanba S, Kiyohara Y, Iwaki T. Association of Alzheimer disease pathology with abnormal lipid metabolism: the Hisayama Study. Neurology. 2011 Sep 13;77(11):1068-75. doi: 10.1212/WNL.0b013e31822e145d. PMID: 21911734.
  4. Giem P, Beeson WL, Fraser GE. The incidence of dementia and intake of animal products: preliminary findings from the Adventist Health Study. Neuroepidemiology. 1993;12(1):28-36. doi: 10.1159/000110296.
  5. Ornish D, Madison C, Kivipelto M, Kemp C, McCulloch CE, Galasko D, Artz J, Rentz D, Lin J, Norman K, Ornish A, Tranter S, DeLamarter N, Wingers N, Richling C, Kaddurah-Daouk R, Knight R, McDonald D, Patel L, Verdin E, E Tanzi R, Arnold SE. Effects of intensive lifestyle changes on the progression of mild cognitive impairment or early dementia due to Alzheimer’s disease: a randomized, controlled clinical trial. Alzheimers Res Ther. 2024 Jun 7;16(1):122. doi: 10.1186/s13195-024-01482-z.